Las exigencias de grupos, colectivos y movimientos feministas radicales durante las últimas décadas, han sido puntuales en los temas como: despenalización del aborto, violencia contra la mujer, igualdad entre hombre y mujer frente a la participación política y laboral. Las preguntas que hoy nos hacemos son: ¿Han sido actores del cambio que predican?, ¿Son sólo acciones para sensibilizar, concientizar respecto a una ideología?, ¿Son fines políticos y económicos para grupos específicos? La sociedad enfrenta una crisis de identidad. La agenda woke, que surgió como un llamado a la conciencia social contra la discriminación y la injusticia, ha evolucionado en un movimiento que desafía los valores fundamentales del ser humano y el orden natural. Esta ideología no solo distorsiona la verdad sobre la dignidad humana, sino que amenaza con desarraigar a la sociedad de sus principios más básicos. El wokismo ha sido cooptado en una agenda que rechaza la verdad, la moral natural y antropológica. Niega la identidad sexual biológica. Sostiene que el género es una construcción social y no una realidad biológica, negando el diseño natural del hombre y la mujer. Atenta contra la familia al impulsar modelos contrarios al orden natural, debilitando las instituciones que han sido base de la civilización. Relativiza la Moral. Establece que los valores son subjetivos y que cada individuo define su propia verdad, desechando la ley moral universal. Veamos como se califica de “moralina” a toda aquella persona que está en contra del aborto, de las uniones de personas del mismo sexo, del intento de adopción de niños para formar “familias” de personas del mismo sexo, el feminismo que en nada defiende a la mujer y si violenta las instituciones, lo que ha conducido a una crisis de valores. El Sumo pontífice advierte sobe el peligro del relativismo moral al afirmar que “una ideología que desconoce la realidad y la sustituye por palabras huecas, está construyendo sobre arena” (Fratelli Tutti, 2020). La Agenda woke ha sido destructiva en lo social: Desintegra a la familia al normalizar el aborto, la eutanasia y la modificación del matrimonio -hombres con hombres, mujeres con mujeres- atentando contra la vida y la familia como célula de la sociedad. Busca imponer un pensamiento único, persiguiendo a quienes defienden los principios cristianos y naturales. Hablan de progreso mientras generan el caos. Hay que decirlo, el verdadero progreso se finca en la verdad y el bien común. Desde una perspectiva antropológica, la agenda woke atenta contra la esencia misma del ser humano. La ley natural nos orienta a vivir en conformidad con nuestra naturaleza y en armonía con el bien moral. San Juan Pablo II advertía en Evangelium Vitae sobre los peligros del pensamiento relativista: “El eclipse del sentido de Dios y del hombre conduce inevitablemente al materialismo práctico, en el que prospera el individualismo, el utilitarismo y el hedonismo”. El Papa Francisco también ha señalado en Amoris Laetitia (2016) que “la familia es la base de toda sociedad estable y sin ella se fragmentan los lazos esenciales de nuestra humanidad”. La agenda woke, al socavar el concepto natural de familia, está llevando a una ruptura profunda del tejido social. La penetración de la agenda woke en los distintos sectores de la sociedad ha causado una erosión acelerada de los valores antropológicos y éticos Educación: La imposición de ideologías de género en las escuelas priva a los niños de una formación basada en la verdad y la naturaleza humana. Empresas: La implementación de políticas de diversidad ha dejado de lado el mérito y la ética profesional en favor de agendas políticas. Medios de comunicación: La narrativa dominante excluye y ridiculiza cualquier postura que defienda la moral natural. El cardenal Robert Sarah advirtió sobre este proceso en su libro La Fuerza del Silencio: “Una sociedad que rechaza la verdad y la moral cristiana está cavando su propia tumba”. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a permitirlo? Ante la amenaza de un mundo que avanza hacia la deshumanización, la única salida es un retorno a los valores inmutables que han guiado a la civilización por siglos: 1. Defender la dignidad humana desde la concepción hasta la muerte natural. 2. Reconocer la familia natural como célula fundamental de la sociedad. 3. Restaurar la educación en la verdad, basada en la razón y la fe. 4. Rechazar la censura y promover el diálogo en libertad. San Agustín decía: “La verdad es como un león: no necesitas defenderla. Déjala libre y se defenderá sola”. Sin embargo, en tiempos de relativismo absoluto, es responsabilidad de cada persona alzar la voz en defensa de la verdad y del futuro de la raza humana. El futuro de la humanidad depende de nuestra capacidad para reconocer la verdad y defenderla. La agenda woke no es solo un movimiento político o cultural, es un ataque directo a la esencia del ser humano. Su desenlace, si no es detenido, solo puede llevar a la autodestrucción de la sociedad. El papa Francisco ha insistido en la necesidad de un mundo basado en la verdad, la misericordia y la justicia, pero advirtió que esto no puede lograrse negando la realidad natural de la persona humana y su vocación al bien. La pregunta no es si la agenda woke nos destruirá. La pregunta es: ¿dejaremos que lo haga?
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No 548 No. 548
SIRVIENDO A LA SOCIEDAD

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Las exigencias de grupos, colectivos y movimientos feministas radicales durante las últimas décadas, han sido puntuales en los temas como: despenalización del aborto, violencia contra la mujer, igualdad entre hombre y mujer frente a la participación política y laboral. Las preguntas que hoy nos hacemos son: ¿Han sido actores del cambio que predican?, ¿Son sólo acciones para sensibilizar, concientizar respecto a una ideología?, ¿Son fines políticos y económicos para grupos específicos? La sociedad enfrenta una crisis de identidad. La agenda woke, que surgió como un llamado a la conciencia social contra la discriminación y la injusticia, ha evolucionado en un movimiento que desafía los valores fundamentales del ser humano y el orden natural. Esta ideología no solo distorsiona la verdad sobre la dignidad humana, sino que amenaza con desarraigar a la sociedad de sus principios más básicos. El wokismo ha sido cooptado en una agenda que rechaza la verdad, la moral natural y antropológica. Niega la identidad sexual biológica. Sostiene que el género es una construcción social y no una realidad biológica, negando el diseño natural del hombre y la mujer. Atenta contra la familia al impulsar modelos contrarios al orden natural, debilitando las instituciones que han sido base de la civilización. Relativiza la Moral. Establece que los valores son subjetivos y que cada individuo define su propia verdad, desechando la ley moral universal. Veamos como se califica de “moralina” a toda aquella persona que está en contra del aborto, de las uniones de personas del mismo sexo, del intento de adopción de niños para formar “familias” de personas del mismo sexo, el feminismo que en nada defiende a la mujer y si violenta las instituciones, lo que ha conducido a una crisis de valores. El Sumo pontífice advierte sobe el peligro del relativismo moral al afirmar que “una ideología que desconoce la realidad y la sustituye por palabras huecas, está construyendo sobre arena” (Fratelli Tutti, 2020). La Agenda woke ha sido destructiva en lo social: Desintegra a la familia al normalizar el aborto, la eutanasia y la modificación del matrimonio -hombres con hombres, mujeres con mujeres- atentando contra la vida y la familia como célula de la sociedad. Busca imponer un pensamiento único, persiguiendo a quienes defienden los principios cristianos y naturales. Hablan de progreso mientras generan el caos. Hay que decirlo, el verdadero progreso se finca en la verdad y el bien común. Desde una perspectiva antropológica, la agenda woke atenta contra la esencia misma del ser humano. La ley natural nos orienta a vivir en conformidad con nuestra naturaleza y en armonía con el bien moral. San Juan Pablo II advertía en Evangelium Vitae sobre los peligros del pensamiento relativista: “El eclipse del sentido de Dios y del hombre conduce inevitablemente al materialismo práctico, en el que prospera el individualismo, el utilitarismo y el hedonismo”. El Papa Francisco también ha señalado en Amoris Laetitia (2016) que “la familia es la base de toda sociedad estable y sin ella se fragmentan los lazos esenciales de nuestra humanidad”. La agenda woke, al socavar el concepto natural de familia, está llevando a una ruptura profunda del tejido social. La penetración de la agenda woke en los distintos sectores de la sociedad ha causado una erosión acelerada de los valores antropológicos y éticos Educación: La imposición de ideologías de género en las escuelas priva a los niños de una formación basada en la verdad y la naturaleza humana. Empresas: La implementación de políticas de diversidad ha dejado de lado el mérito y la ética profesional en favor de agendas políticas. Medios de comunicación: La narrativa dominante excluye y ridiculiza cualquier postura que defienda la moral natural. El cardenal Robert Sarah advirtió sobre este proceso en su libro La Fuerza del Silencio: “Una sociedad que rechaza la verdad y la moral cristiana está cavando su propia tumba”. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a permitirlo? Ante la amenaza de un mundo que avanza hacia la deshumanización, la única salida es un retorno a los valores inmutables que han guiado a la civilización por siglos: 1. Defender la dignidad humana desde la concepción hasta la muerte natural. 2. Reconocer la familia natural como célula fundamental de la sociedad. 3. Restaurar la educación en la verdad, basada en la razón y la fe. 4. Rechazar la censura y promover el diálogo en libertad. San Agustín decía: “La verdad es como un león: no necesitas defenderla. Déjala libre y se defenderá sola”. Sin embargo, en tiempos de relativismo absoluto, es responsabilidad de cada persona alzar la voz en defensa de la verdad y del futuro de la raza humana. El futuro de la humanidad depende de nuestra capacidad para reconocer la verdad y defenderla. La agenda woke no es solo un movimiento político o cultural, es un ataque directo a la esencia del ser humano. Su desenlace, si no es detenido, solo puede llevar a la autodestrucción de la sociedad. El papa Francisco ha insistido en la necesidad de un mundo basado en la verdad, la misericordia y la justicia, pero advirtió que esto no puede lograrse negando la realidad natural de la persona humana y su vocación al bien. La pregunta no es si la agenda woke nos destruirá. La pregunta es: ¿dejaremos que lo haga?
SIRVIENDO A LA SOCIEDAD