Monseñor Jaime Calderón Calderón, Arzobispo de León, hace un llamado denunciando el secuestro de las comunidades de la Diocesis de Tapachula, Chiapas, por los carteles de las drogas y falta de presencia de las autoridades federales y estatales.
El prelado externó que “la presencia de los cárteles de la droga disputándose el territorio de la foranía sierra, yendo y viniendo por todo el territorio ante la indiferencia y complicidad aparente de la Guardia Nacional y del Ejército mexicano con la complacencia de un Gobierno Federal y Estatal”-
Señaló que, a la pobreza se suma el “vivir secuestrados en sus comunidades, pagar el derecho de piso al cártel que les corresponda según dónde vivan, ser obligados por turnos para estar en los retenes que impiden el libre tránsito llamados filtros -so pena de ser multados y agredidos si no cumplen con este deber impuesto-, pagar a precios muy altos la escasa mercancía que se vende en los negocios que de sus ganancias deben sacar la cuota que les dé derecho a mantener su trabajo”
Denunció como son “amenazados y obligados a participar como escudos humanos en los enfrentamientos de los cárteles de la droga”, mientras que la Guardia Nacional y el Ejército no hace nada por la población.
El pastor de la Iglesia Católica se pregunta “¿Hacia dónde van nuestras comunidades con todo esto? ¿Qué tenemos que hacer o decir para que el gobierno cumpla su deber, al menos, de proteger y velar por la seguridad de las comunidades?”
Señala que la pobreza y el abandono por décadas, unido a la ambición por el dinero fácil, ha sido “el caldo de cultivo” que está desembocando en esta situación de desesperación, sufrimiento y muerte lenta de nuestros hermanos de la foranía Sierra.
Monseñor Jaime Calderón añade que “Dios nunca ha permanecido indiferente ante el sufrimiento de su pueblo, he visto la aflicción de mi pueblo…he escuchado el clamor ante sus opresores (Ex 3,7-8), yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia (Jn 10,10), leemos en la Sagrada Escritura. Esta es la voluntad de Dios, aquí entrevemos en el horizonte el rostro de la esperanza”.
Y añade que “la presencia de Dios sostiene, alienta y alimenta la esperanza de quienes esperan tiempos nuevos, tiempos de tranquilidad, tiempos de alegría, tiempos de paz. Esta es nuestra palabra: primero para los hermanos de la foranía Sierra y, también, para toda la familia diocesana”.
Lamenta la indiferencia, pues “pareciera que a nadie le importa lo que estamos viviendo, cuando sentimos que no tenemos con qué quitarnos el yugo de quien nos somete, cuando sufrimos ante la indiferencia de aquellos que cobran y viven de protegernos, cuando pareciera que nuestro deber es resignarnos, perder la esperanza, rendirnos, darnos por vencidos y esperar la muerte, una luz de esperanza ha de brillar en el horizonte, la luz de la presencia de Dios”.
Por lo que se pregunta “nos habrán abandonado todos, incluso la autoridad civil, pero Dios nuestro Padre no nos abandonará. En Él está nuestra esperanza, Él es nuestra fortaleza, a Él sí le importamos, con Él saldremos adelante. No nos desanimemos y no nos rindamos. En estos momentos críticos en que parece que estamos a punto de claudicar, saquemos fuerzas de nuestro pasado”.
Y nuevamente pregunta, ¿Qué podemos hacer? mientras que los “hermanos del crimen organizado nos amenazan y nos quieren someter al silencio para que, más allá de nuestro territorio diocesano, no se sepa ni se crea lo que estamos viviendo y sufriendo día a día. Busquemos la forma de contar nuestra vida, de decir nuestra palabra, de dar a conocer lo que vivimos. Muchos tenemos familiares y conocidos más allá de nuestra comunidad y de nuestro Estado de Chiapas, no nos quedemos callados, pidamos que nos ayuden a dar a conocer la historia triste y dolorosa de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestras comunidades”.
El Prelado convoca a “la unidad en nuestras comunidades. No nos dividamos entre nosotros ni nos regalemos por dinero al crimen organizado, siendo nosotros los opresores de nuestros hermanos. Veámonos, sintámonos, vivamos y cuidémonos como hermanos. Fortalezcámonos mutuamente y sostengámonos unos a otros. La unidad alimentará nuestra esperanza”.
Señaló que “por lo que se ve, por la indiferencia de las autoridades y por muchas otras razones, esto pareciera que se va a prolongar y tenemos que sostener a nuestros hermanos. Dispongámonos a ayudar a estos hermanos nuestros”.
Pidió a los sacerdotes y a los agentes de Pastoral de la Diocesis a mantener la confianza en Dios y sigan haciendo su labor con el corazón abierto y preocupado por todos. No decaiga su ánimo. Que el odio y el rencor no lleguen a sus corazones. No les falte ánimo y fortaleza para estar cerca del que sufre”.
A las autoridades de “los distintos niveles de gobierno, seguimos esperando que intervengan para hacer lo que les corresponde: restablecer el estado de derecho en nuestras comunidades. ¿Qué necesitan para salir de su indiferencia y defender al pueblo que les tuvo confianza con su voto para que Ustedes cuidarán él? ¿Hasta cuándo van a vivir tratando de esconder una realidad triste y dolorosa que nosotros vamos cargando día a día?”
Pidió a la guardia nacional que dejen de ser “espectadores” y, por el contrario, “intervengan y defiendan a nuestras comunidades que están viviendo una situación de esclavitud y sometimiento en pleno siglo XXI”.
A quienes participan por dinero con los cárteles pidió que “no se dejen ganar por la ambición y corrijan desde hoy aquello de lo que pudieran arrepentirse el día de mañana. También ustedes son seres humanos, tienen familia e hijos, que el dinero no les impida ver el sufrimiento de sus hermanos. También Ustedes son hijos de Dios, recuérdenlo siempre, honren a su Padre Dios y no lo avergüencen con sus acciones que provocan el dolor y el sufrimiento de sus hermanos”.
Y pide a “Dios nos ayude a todos a ser artesanos de la paz y a construir, con nuestro trabajo honrado, un mundo más justo, menos indiferente y más solidario, un mundo con una comunidad humana de verdaderos hermanos. Nos encomendamos todos a la intercesión de San José y a la protección del manto de la reina de nuestra diócesis, Margarita Concepción”.