El diario Washington Examiner ha informado que las fuerzas estadounidenses en Puerto Rico “están listas para lanzar operaciones de toma territorial en territorio venezolano”, lo que ha encendido las especulaciones sobre un posible movimiento militar directo contra el régimen de Nicolás Maduro. En los últimos meses, la presencia militar norteamericana en la región se ha multiplicado. Varios buques de guerra de la Marina, un submarino, diez cazas F-35, junto con la 22ª Unidad Expedicionaria de Infantería de Marina —que incluye unos 2.200 efectivos y aeronaves Harrier— se encuentran desplegados frente a las costas venezolanas. A esa fuerza se suman vuelos regulares desde bases estadounidenses que trasladan armamento, personal especializado y equipos de operaciones especiales hacia Puerto Rico, a tan sólo 835 kilómetros de Caracas. Los ejercicios de entrenamiento recientes muestran también un enfoque que va más allá de simples operaciones antidroga. Un informe del Pentágono describió cómo, en maniobras frente a las Islas Vírgenes estadounidenses, comandos aerotransportados simularon el control de un aeropuerto tras lanzarse en paracaídas y coordinarse con unidades que habían llegado por mar. Según analistas militares, esta capacidad refleja un modelo diseñado para capturar y asegurar instalaciones estratégicas como puertos o aeródromos en Venezuela. Aunque la administración de Donald Trump presentó públicamente la operación como un esfuerzo para golpear al narcotráfico —en concreto a los cárteles que Washington asocia con Maduro, como el Cártel de los Soles y el Tren de Aragua—, la magnitud y el tipo de despliegue sugieren que se está contemplando algo más ambicioso. NBC News ya adelantó que se habían dado órdenes de preparar ataques contra objetivos vinculados a estas redes criminales, pero en teoría se trataría de operaciones puntuales de entrada y salida. Sin embargo, la concentración de medios militares en el Caribe apunta a que el abanico de opciones es más amplio. Estados Unidos podría, en caso de decisión política, no limitarse a acciones quirúrgicas, sino tomar posiciones defensivas en territorio venezolano. El Washington Examiner señala que fuerzas como la 82ª División Aerotransportada y el 75º Regimiento de Rangers mantienen unidades listas para entrar en combate en menos de 18 horas, lo que permitiría un refuerzo inmediato desde Estados Unidos continental. La presión sobre Maduro sería inmensa si estas maniobras se transforman en acciones reales. El mandatario venezolano se aferra al poder tras no reconocer su derrota electoral del año pasado, y desde Washington se le señala como pieza clave en el entramado criminal que financia tanto el narcotráfico como redes de violencia que llegan hasta suelo estadounidense. En conclusión, lo que comenzó con la autorización de Trump para interceptar barcos vinculados al contrabando de drogas parece haber evolucionado hacia un despliegue mucho más robusto. Aunque podría tratarse de una demostración de fuerza para intimidar a Caracas, la amplitud y el coste del dispositivo militar hacen pensar que, esta vez, Washington quiere tener sobre la mesa la opción de una intervención directa.
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No 579 No. 579
SIRVIENDO A LA SOCIEDAD

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El diario Washington Examiner ha informado que las fuerzas estadounidenses en Puerto Rico “están listas para lanzar operaciones de toma territorial en territorio venezolano”, lo que ha encendido las especulaciones sobre un posible movimiento militar directo contra el régimen de Nicolás Maduro. En los últimos meses, la presencia militar norteamericana en la región se ha multiplicado. Varios buques de guerra de la Marina, un submarino, diez cazas F-35, junto con la 22ª Unidad Expedicionaria de Infantería de Marina —que incluye unos 2.200 efectivos y aeronaves Harrier— se encuentran desplegados frente a las costas venezolanas. A esa fuerza se suman vuelos regulares desde bases estadounidenses que trasladan armamento, personal especializado y equipos de operaciones especiales hacia Puerto Rico, a tan sólo 835 kilómetros de Caracas. Los ejercicios de entrenamiento recientes muestran también un enfoque que va más allá de simples operaciones antidroga. Un informe del Pentágono describió cómo, en maniobras frente a las Islas Vírgenes estadounidenses, comandos aerotransportados simularon el control de un aeropuerto tras lanzarse en paracaídas y coordinarse con unidades que habían llegado por mar. Según analistas militares, esta capacidad refleja un modelo diseñado para capturar y asegurar instalaciones estratégicas como puertos o aeródromos en Venezuela. Aunque la administración de Donald Trump presentó públicamente la operación como un esfuerzo para golpear al narcotráfico —en concreto a los cárteles que Washington asocia con Maduro, como el Cártel de los Soles y el Tren de Aragua—, la magnitud y el tipo de despliegue sugieren que se está contemplando algo más ambicioso. NBC News ya adelantó que se habían dado órdenes de preparar ataques contra objetivos vinculados a estas redes criminales, pero en teoría se trataría de operaciones puntuales de entrada y salida. Sin embargo, la concentración de medios militares en el Caribe apunta a que el abanico de opciones es más amplio. Estados Unidos podría, en caso de decisión política, no limitarse a acciones quirúrgicas, sino tomar posiciones defensivas en territorio venezolano. El Washington Examiner señala que fuerzas como la 82ª División Aerotransportada y el 75º Regimiento de Rangers mantienen unidades listas para entrar en combate en menos de 18 horas, lo que permitiría un refuerzo inmediato desde Estados Unidos continental. La presión sobre Maduro sería inmensa si estas maniobras se transforman en acciones reales. El mandatario venezolano se aferra al poder tras no reconocer su derrota electoral del año pasado, y desde Washington se le señala como pieza clave en el entramado criminal que financia tanto el narcotráfico como redes de violencia que llegan hasta suelo estadounidense. En conclusión, lo que comenzó con la autorización de Trump para interceptar barcos vinculados al contrabando de drogas parece haber evolucionado hacia un despliegue mucho más robusto. Aunque podría tratarse de una demostración de fuerza para intimidar a Caracas, la amplitud y el coste del dispositivo militar hacen pensar que, esta vez, Washington quiere tener sobre la mesa la opción de una intervención directa.
SIRVIENDO A LA SOCIEDAD